miércoles, 23 de marzo de 2011

De la guerra de Libia

Por norma suelo escribir sobre temas más filósoficos que políticos, pero hoy quiero dedicarle mi tiempo y mi reflexión a la guerra de Libia, o "No guerra" como la denominan algunos. En primer lugar vamos a rebatir el concepto de guerra, para saber si estamos en una guerra o no, para eso y como casi siempre acudiremos al diccionario de la Real Academia de la Lengua. En un segundo término debatiremos la justificación o no de un asalto armado a un pais desde la comunidad internacional. En un tercer tiempo abordaremos la potestad o no de actuar en tierras extranjeras y por último reflexionaremos sobre otros lugares donde se oprime y se elimina la dignidad de las personas y la comunidad internacional no se atreve, o no quiere participar.



El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define guerra como: Desvanecimiento y/o rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación. Tras esta definición, irremediablemente estamos en una guerra internacional. Todo aquel que quiera cubrir esta palabra inventándose otras o no nombrando esta misma, está haciendo una reflexión estúpida. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y por tal. Estamos en guerra.

Desde un punto de vista pacifista, o lógico, la guerra nunca está justificada, ya que la vida, por desgracia, no se puede restituir en ningún caso. De este modo la pérdida de una sola persona vale más que el petroleo, los ideales, la libertad... De ahí que sea un derecho fundamental e inherente a ningún otro. Pero claro esto es simplemente "filosofía irreal".

Centrémonos en el caso de Libia. La comunidad internacional, encabezada por la ONU (excluyendo a Rusia, Alemanía y China) ha resuelto actuar en Libia para evitar la matanza que Gadafi está llevando a cabo. A la ONU hay que unir la Liga Árabe, la Unión africana y la OTAN que apoya dicha guerra. Desde el punto de vista internacional, está "guerra es legal" (curioso término) ya que "matan" para evitar que otro "mate". ¿Qué antítesis verdad? Pero voy a confiar en la buena fé de nuestros dirigentes y voy a dar por hecho que solo buscan, en Libia, liberar a las personas de su yugo, devolverle la libertad, darle una democracia justa. Pero entonces me viene a la cabeza: ¿Sabrán que China le estirpa la libertad al Tibet? ¿Tendrán constancia de que en Korea está instaurada una dictadura militar? ¿Conocen la guerra continua de Sudán? ¿Les preocupa si acaso los conflictos bélicos de Birmania (desde 1948) del Chad, de Colombia, de Etiopia, de Filipinas, de la India, de Georgia, de Nigeria, de Pakistan, del Congo, de Sri Lanka, de Uganda... y así hasta 24 países más?

Evidentemente sí lo saben, pero no les importa lo más mínimo, ya que allí ni hay petróleo. Lo único que le importa a nuestros gobiernos es responder a las necesidades de unos mercados que nos están quitando la libertad poco a poco.

Para concluir quiero terminar con una última reflexión, le diría a nuestro s gobiernos: Si están en Libia por ayudar a las personas que se desviven por la libertad, que entren en guerra con todos los paises mencionados anteriormente, y si lo hacen por el petróleo que lo digan y ya veremos si lo aceptamos o no, pero ya está bien de engañarnos.

viernes, 11 de marzo de 2011

El Cancer

Este artículo se va a salir del cerco filosófico que normalmente encuadra mis escritos, pero lo justifico por la demanda que la doctora Socorro Ceja (México) me ha hecho. De igual modo la temática del cancer me llega muy de cerca, ya que un familiar mio lo ha sufrido y superado.

La mañana nace con brio renovado, el olor a café promete un nuevo día, la cara de mi mujer me hace esbozar una leve sonrisa... tanto tiempo y aún sigue igual de preciosa. Inesperadamente un fuerte dolor atenaza mis sentidos, los hunde en la profundidad de una oscuridad sin nombre y me lleva a un estado de incosciencia. Oigo fuerte sirenas, llantos, sollozos, alguien grita mi nombre... no comprendo nada. De cuando en cuando abro los ojos y veo gente de blanco que corre de un lado para otro. Ahora veo lágrimas en los ojos de mi mujer, está apenada pero no comprendo el porqué. Ora vuelvo a caer en el incosciente, ora mis hijos, ora una cara desconocida y ora nada...

Todo pasa muy deprisa... de súbito el sonido continuo y profundo de una máquina que marca los latidos de mi corazón me despierta. Miro a un lado, luego a otro y solo encuentro un cerco de cortinas que me separan del mundo. ¿Qué ha ocurrido?¿Dónde estoy?... No recuerdo nada. Lo último que mi mente era capaz de traerme era el desayuno de la mañana y un fuerte dolor abdominal que no pude soportar... Ahora comprendo... estoy en un hospital.

Los días pasan en la fria habitación de la residencia. Nadie quiere decirme nada, a mi alrededor solo observo miradas compasivas. Algunos comienza a evocar tiempos antiguos, como queriéndose aferrar al pasado y por fin, tras varias semanas de pruebas, llega el día de la consulta.

El doctor mira a mi señora bajo el cristal de sus gafas, su rictus es impenetrable. Posa su mirada en los documentos que porta en la mano y clava sus ojos grises en los mios, parece que me quiere decir algo, pero vuelve a la lectura de sus escritos. Mi mujer rompe en lágrimas y ese preciso momento es el que elige el doctor para hablar:

- ...Cancer... Siento decirle que tiene CANCER.

La visión se me nubla, el corazón se detiene, el respirar se hace entrecortado. Un nudo que nace en mi estómago llega hasta mi boca que se seca por momentos. La palabra, esa palabra que no quería escuchar, eso que le pasa a muchos pero que a mí nunca me ocurriría ha llegado... CANCER. ¿Hay palabra más dura, hay vocablo más reflexivo y profundo...?

- Es grave, ya lo sabe, pero vamos a hacer todo lo que este en nuestras manos para que salga adelante.

No escucho nada de lo que me está diciendo, me explica el tratamiento, el método a seguir, las posibles complicaciones... Pero todo aquello me suena muy lejano, mis oidos solo me traen una palabra ...CANCER.

El pelo comienza a caer, las fuerzas me fallan, no tengo apetito, tampoco quiero que nadie este junto a mí... Cuánto tiempo me queda de vida... No lo sé, pero tampoco me importa, solo quiero que todo acabe lo más pronto posible, nada tiene importancia. Los días se convierten en semanas y estos en meses. Han pasado ya tres meses del diagnóstico y aun resuenan los ecos de aquella palabra CANCER.

Un buen día, de mañana, el Sol vuelve a entrar por la ventana, hacía tiempo que no me detenía a observarlo. El olor a café vuelve a cobrar vida en mi
apartamento... ¿Podía oler?... llevaba tiempo sin saborearlo. Mi mujer me mira, ya no hay compasión en su mirada solo amor y me hace esbozar una sonrisa... Sigue preciosa como siempre. Ya no quiero morir, ya no quiero que todo se acabe, ya no temo al CANCER, lo único que me importa es estar con quien amo y disfrutar de los pequeños placeres de mi vida, lo demás... Solo es pasajero.




¡¡¡¡¡¡¡ VIVE!!!!!!!